Son muchas las personas que no se cuestionan acerca de por qué se casan, saben efectivamente que se aman y que quieren formar una familia, pero no se preguntan por qué es necesario formalizar el vínculo entre ellos mediante una alianza. Es más, son a su vez muchos los que no ven necesidad alguna en establecer legalmente una pareja fija, siendo que la sociedad acepta hoy a los que viven juntos como un hecho natural moralmente aceptable. Si una persona no tiene en claro por qué se debe casar, pues tampoco tendrá impedimento en disolver el matrimonio que la unió a otra sin una razón importante.
No obstante, si una persona no tiene en claro por qué se debe casar desde un principio, pues tampoco tendrá impedimento en disolver el matrimonio que la unió a otra persona sin una razón importante, porque en este caso también podrá afirmar que “todos lo hacen”, y al afirmarlo, no estaría tan lejos de la realidad (en los países “civilizados”).
Amar no es algo natural, sino que requiere una fuerza de voluntad para privilegiar los intereses del otro antes que los propios, incluso encontrando la otra “media naranja” se requiere una dosis continua de esfuerzo para mantenerse unidos.
Cuando dos personas deciden casarse porque se aman y entienden que será un compromiso que conlleva un Pacto delante de Dios y de los hombres, estarán formando parte de aquella minoría que desea que su relación sea hasta que la muerte los separe y aportando a las sociedades modernas un grano de arena para que no haya más hijos víctimas del flagelo del divorcio y todas las consecuencias que trae consigo la dolorosa experiencia de esta separación.
El darle formalidad a la relación, da seguridad a la esposa y el esposo demuestra el amor que realmente siente por ella.